Mi Ranking de pecados capitales

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jueves, 27 de marzo de 2008

DÍAS DE TENSIÓN

Días de altísima tensión los que se vivieron después de que la opinión pública conoció la noticia de la muerte, en territorio Ecuatoriano, de una de las piezas más importantes dentro del Secretariado de las FARC, Alias Raúl Reyes. El inicial grito de victoria por parte de Juan Manuel Santos, ministro de defensa, y el ejército nacional, quienes aparecían en televisión con una imborrable expresión de satisfacción por haberle propinado a las FARC ‘’ el peor golpe de su historia ‘’ , se vio opacado, casi inmediatamente, por las reacciones indignadas que se produjeron en el exterior.

Desde ese momento, dio comienzo un largo calvario que hizo a muchos temer lo peor. Ya sabemos como, finalmente, se resolvió todo, pero esos días de incertidumbre nos pusieron a pensar mucho sobre lo grave que es nuestra situación. No es un secreto que en los últimos años Suramérica dio un importante giro a la izquierda del cual Colombia no hizo parte. Esto pone al País en una posición en la que no puede esperar demasiada tolerancia de sus vecinos más cercanos. La relación hostil, en especial con el gobierno de Hugo Chávez, es una historia que lleva varios capítulos, y se espera que aparezcan más. Resulta alarmante que con el vecino con el que se comparte un mayor territorio fronterizo se tenga una relación tan poco amigable, con gobiernos que no se cansan de difamar al otro. Y Sorprendente resulta que un presidente que llama ‘’ terrorista ‘’, ‘’ Asesino ‘’ y por el estilo a otro, una semana después, o tal vez menos, termine estrechándole fraternalmente la mano, y hablándole en tono de complicidad. Como diría Joaquín Sabina, viendo esto, ‘’ uno no sabe si reír o llorar ‘’. Al parecer, ahora el circo se extendió a todo el continente, y uno se pregunta cómo algo tan serio como la seguridad de las naciones, termina asemejándose a una pelea de niños que jugaban canicas.

Precisamente, la expresión ‘’ Terrorista ‘’ es una de las más problemáticas hoy en día. Unos quieren eximir de éste título a un grupo armado, que en pos de su proyecto revolucionario, ha asesinado, masacrado y secuestrado. Y otros, tal vez los mismos, hablan de acto terrorista contra una nación, cuando un gobierno ‘’ democrático ‘’ avanza unos cuantos metros en su territorio, y bombardea el campamento construido por compatriotas, asesinando a compatriotas que tiene orden de captura. Si nos olvidamos de protocolos, leyes, sentimientos y derechos, diríamos, que en la práctica, lo malo que hizo Colombia en contra de intereses ecuatorianos fue a causarle terror a un pedazo de selva chamuscada, matando a uno que otro insecto mal aventurado. Ni siquiera lo suficiente para producirle angustia mental a ningún habitante del país vecino. Reitero, digo éstas cosas olvidándome de toda la charla protocolaria… Si fuera por mí, ni siquiera existirían las fronteras ni las banderas, y, a lo mejor, tampoco los ejércitos. Tenemos un problema, a escala global, que se resume con una cita de Montaigne: ‘’ Qué clase de verdad es la que se encuentra separada por montañas, y se hace mentira al otro lado de esas montañas ‘’. ¿Cómo es que un líder rebelde por cuya muerte, en su propia patria, se siente un fresco generalizado, en el país de al lado se le rinden homenajes?

Alguno hasta pudo haber sentido un poco de placer ante el imaginario de guerra que los medios alimentaron bastante bien. Los cuadros comparativos, al estilo juego de Risk o Age Of Empires, entre cuántos tanques tenía uno y otro, la lista de posibles aliados, enemigos y neutrales, etc. Estaban a la orden del día. ‘’ Al menos una guerra trae cambios ‘’, se escucha decir a veces. Bueno, no ocurrió, pero nadie dice que ya no ocurrirá. Esto sigue, y si entendemos más o menos los problemas del país, creeremos que ni el acuerdo de la reunión de Río, ni ningún otro acontecimiento a corto plazo va a cambiar decididamente el panorama.

UNA PALABRA

Yo intentaba buscarle significado a cosas. Entre ellas a mi vida. El estado represivo se había tornado especialmente desagradable. Si no había desahogo, mi mente no podría trabajar bien. Tampoco mi cuerpo, y, en medio de ese malestar, el lenguaje había perdido su gracia, y las palabras, que era lo único que amaba, ya no producían ese mismo placer. Leídas o escritas por mí, pero con rabia y frustración, ya no ayudaban a apagar el incendio que crecía adentro. Y esta vez la música ayudó, cuando vi en la pantalla de mi computador el título de una canción que enseguida me hizo decir ‘’ qué palabra más encantadora ‘’. Tenía un halo de misterio innegable (¿vendría de Sátira, de Satín…?). Tanto que no fui capaz de pronunciarla. Primero, no sabía si existía en castellano, y segundo, dónde llevaría el acento entonces. Seguí un momento con mis cosas, pero con la palabra en mente. El contexto en que la había aprendido me prometía grandes cosas. Estaba en la tarea de llenar un formulario en Internet. Y como mi mente otra vez se estaba yendo de paseo a tierras calidas, corté para, de una vez, salir de dudas.

Lo que leí me produjo inmediatamente una expresión de felicidad malévola en el rostro. ‘’ Qué palabrita tan encantadora ‘’. Me alegró a sobremanera que a mis diecinueve años el idioma me siguiera sorprendiendo gratamente. Era como un triunfo sobre algo, sobre cualquier cosa, no importaba. La ausencia de tildes no daba aún completa seguridad de cómo debía pronunciarla. Dije que amo las palabras, y es porque son las amigas que me ayudan a defenderme en el mundo. Y acababa de ganar un aliado para el resto de mi vida. No me iba a hacer mejorar mi estado, pero sí a explicarlo y verlo como algo más bonito.

¿Sufre usted de alguna enfermedad? ¿Cuál? Mientras tecleaba la respuesta, dije con fuerza usando el acento que me pareció más elegante ‘’ Sí. Satiriasis Crónica ‘’.

lunes, 24 de marzo de 2008

¿Poco práctico?

Pronto aprendió a distinguir las cosas que se suponía eran arte de las que (se suponía) no lo eran. Había una ley universal en ese punto y era que cualquier cosa podía ser arte, excepto algo que él hiciera. O haría arte, en su acepción de mera manifestación de la visión humana, pero, en todo caso, no un buen arte. No lo era, ni como muestra de algo original y sorprendente, y menos como una buena imitación de cosas ya creadas. La imitación era pésima y lo nuevo no era visto con buenos ojos. Tener una mente perturbada no lo había hecho, como en casos celebres, privilegiado a la hora de crear. Se dio cuenta de que la locura no le había servido para eso, y entonces se le ocurrió que tal no existía y que había inventado esa mascara de insanidad para esconder la triste realidad: que era tan común y corriente como un pepino. Como me pasa cuando escribo estas líneas, descubrió que en ocasiones tenía severos problemas para encontrar las palabras y para definir los conceptos que necesitaba, y eso lo hizo pensar que no había nada mágico ni especial en su mente. No había nada de poético en mantener esa imagen de trastornado, para un individuo incapaz de destacarse en nada ante el mundo, sin una forma eficaz de expresar esa supuesta independencia de mente y espíritu.

Caminó por un lugar a cielo abierto. Y siguió meditando. Se vio por un momento como un individuo más o menos convencional. Sin una sensibilidad especial. Con un sentido de la estética más bien pobre. Miró sus manos temblorosas que lucían ridículas como siempre. Sabía que la destreza de ellas estaba bastante por debajo del promedio. Pero su torpeza no era independiente. Eran sólo un reflejo de su mente. De ahí provenía el bloqueo artístico. De una mente estéticamente primitiva, que no podía maravillarse con el arte grandilocuente, y que recibía con demasiada apatía toda información correspondiente a conceptos estilísticos de formas, ritmos y colores. No había venido al mundo a provocar goce. Aunque en otra forma quizás sí. Pero, si no era científico, deportista, y tampoco artista ¿Qué sería? ¿Qué lo convertiría en alguien digno de ser amado?

Vio pasar a su lado chicas vestidas de forma llamativa, se distrajo, tropezó con una irregularidad en el suelo y cayó sobre el barro. Se ensució bastante la chaqueta. Mientras se reincorporaba pudo ver que las dos muchachas se reían disimuladamente. Entendió que si evaluaba el valor de su existencia con base en los logros reconocidos por los demás, y en la percepción general que ellos siempre habían tenido y tendrían de él, no tendría otro remedio que matarse. Pero como el ser humano es capaz de separarse, y darle sentido a su vida a través de la mera autocomplacencia, esa persona aún vive y entiende que el poder puede estar más allá de las facultades más fácilmente demostrables y admirables.

martes, 11 de marzo de 2008

ELLA

Sirvió para subirme el ego, pero ella no es especial. Ella no es significante. Ella no posee ningún atractivo que yo pueda admirar. Sus rasgos físicos rayan en lo simplón, pero ese es el menor de los males. Es banal entre lo banal y sus palabras carecen de magia. Sus labios no están mal, pero de haber emitido una que otra frase sorprendente hubiesen sido verdaderamente deseables. Al principio quise parecer interesante, aunque no me importara de a mucho, para después terminar, cosa que casi nunca pasa, luchando para aburrirla más. Yo no podía molestarme más con su presencia, pero ella sí con la mía y por eso lo hacía. Fue una faena deliciosa, viendo como desconcertaba a uno de los seres más aburridos que he conocido en mi vida. A veces sólo basta una frase para que una persona se haga interesante a mis ojos, ella, por su naturaleza, ni en mil años lo hubiera logrado. A ninguno le importa el otro, a lo mejor ya se olvidó, y sin embargo yo invierto tiempo y energías escribiendo estas líneas que ella nunca leerá. Me refiero a ella, porque el trago agridulce de su presencia se perpetuó en el desagradable olor de su perfume que a veces siento en la calle y porque no sólo es válido escribir sobre alguien a quien amas u odias. También puedes hacerlo sobre alguien quien te importa tan poco, que el saber que nunca lo volverás a ver no afecta en lo más mínimo tu actitud. Ella es tan sólo parte de esa gran masa de gente con la cual yo no debería desperdiciar tiempo (desperdicio sólo comprensible si, como dije en el principio, incrementa mi autoestima) ni compartir absolutamente nada. Ella representa, en buena parte, la destrucción de una fantasía que el establecimiento me había vendido. Tal vez la fantasía todavía pueda ser válida, pero esa no es la manera.

GANAS DE NO HACER NADA

Conozco a una persona que le tiene mucho miedo a morir, prácticamente el mismo que le tiene a vivir. Se molesta todo el tiempo por no tener suficiente tiempo para hacer tantas cosas que le gustaría hacer. Pero el verdadero problema es de motivación. O su mente enferma a su cuerpo, o es al contrario. En todo caso, no es raro que termine sintiéndose un despojo. Como si cierto vínculo roto con la vida, tal vez desde el principio, fuese irreparable. Siente el amor en el aire, pero duda tanto que a lo mejor lo eche a perder. Ni siquiera se reprocha ya, se acostumbró aunque quisiera seguir pensando que todo depende de él, que está en su mente, pero cuánto más cae, no se acerca, se aleja más. Y aun cuando todo estuviese en su mente, no sé puede creer que lo vaya a superar. Se acuesta a suspirar un rato, porque la vida tiene cosas bellas, pero él no las va a saber aprovechar y sólo puede fantasear con cómo sería. Y es casi seguro que las oportunidades que va a desperdiciar en el futuro dolerán aún más, porque vendrán cosas más hermosas y a la vez inalcanzables. Por otro lado, se le puede ocurrir que no ha desperdiciado nada y que todo debía ocurrir por alguna razón. ¿Necesitaba Dios a una persona tan conflictiva? Tal vez para divertirlo, quizá para probar alguna cosa. Esta persona se prueba todo el tiempo. Se sorprende gratamente y se decepciona. La más de las veces, lo ha aprendido, simplemente acepta las cosas porque eso es él, pero él es, en realidad, indeterminado, inasociable, incomprensible. Yo que lo conozco no lo comprendo del todo. A veces simplemente no tiene ganas de hacer nada. No pertenece a ningún lado, y puede que ni en su hogar se siente seguro. Ama su cama, y ella tal vez lo ame a él. Su familia lo ama pero tampoco lo puede ayudar. Si termina pensando que no existe nada malo con él será sólo porque la belleza del mundo tocó en un instante la bello que hay en su alma, y seguro porque su sistema nervioso, a veces parece que funcionará así, lanzó un dado y salió un buen número… Él no puede negar la importancia del azar. Como decía, intentará esconder esos problemas reales tal vez porque no odia a la gente, no mucho realmente, y quisiera serles útil y ganarse su respeto o amor. Yo que lo conozco puedo saber que es un ser hermoso e insano, que ha conocido la tormenta y la calma.

INÚTIL



Pongo música y trato de hacerme el despreocupado. El que sólo mira al techo y aplasta las almohadas contra su cuerpo. El que lee cosas que no importan y que, en la mayoría de los casos, ya ha leído antes.

Sufro la Gastritis crónica que no se curará nunca con brebajes o píldoras. Conozco el nombre de la cura, Serenidad, pero no dónde conseguirla. Muevo la cabeza y la parte superior del tronco por el impulso que me brindan unos guitarrazos post-hardcorianos y una voz sucia que no llega a ser gutural. Me emociono con estribillos de angustia joven ¿Qué más se podía esperar? No me identifico con un tipo especial de música… Como existen grupos formales de fanáticos para prácticamente cualquier género, la única forma de ser verdaderamente independiente es escuchar cualquier cosa que el cerebro capte con goce, sin querer buscar una unidad ideológica o estética, y así, se termina siendo finalmente uno, y no otra cosa mediada por valores preestablecidos.

Me muevo a través de mi habitación escasamente decorada y recuerdo que mi mente no tiene prácticamente ningún ideal sectario; los moldes culturales son tentadores, lo acepto. Aún me tientan, y son atractivos porque permiten sacar de a poco la original extrañeza del mundo. Pero ese sentimiento no se va ir, y no puedo, y ya no quiero, llegar a ser un algo que se anteponga a mi nombre, y a esta complejidad espantosa de ser humano que lo acompaña.

Entonces, decía, sigo en mi cuarto rodeado por el reguero de cosas que mezcladas resultan una bonita analogía de mi cerebro. Como guardo tanta basura en mi cuarto, la metáfora es aún más precisa. Está el Eevee al que parece que se le van a acabar, después de siete años, las pilas, la caja de un Mouse que desde que lo compré tiene el problema de cursor tembloroso (y por eso me recuerda tanto a mí), una billetera del América de Cali con diez estrellas, una grapadora a la que ya no le puedo meter ganchos, una cámara fotográfica que ya nadie usa y cajas y cajas y más de cajas de CDS piratas que dan cuenta por un lado de la diversidad de mi gusto musical (aunque no tanto como mi reproductor de Windows Media) y, precisamente por culpa del paréntesis, de la poca importancia que ahora tiene la representación física de la música.

En mi cuarto se escucha una gran variedad de música; a veces hasta un poco de reggeaton cuando pongo las emisoras juveniles en la mañana. Y eso porque cuando salgo del cuarto, están diciendo alguna noticia curiosa, y cuando vuelvo de cepillarme está sonando algo de Wisin y Yandel. Creo que no son tan malos. Si a las personas les gusta debe ser por algo. No soy quien para discutir la capacidad mental de estas personas. Detesto el género y soy uno de los seres menos productivos que conozco. Así que sería un pésimo ejemplo para una campaña que dijera que el Reggeaton le hace daño a la sociedad.

Vuelvo a arrojarme sobre la cama porque ella siempre me llama. Vuelvo a pensar en las chicas que nunca tuve, y en la canción que no he podido terminar. Comienzo a crear versiones distintas de la realidad; cosas con otros nombres y colores. El mundo es sólo uno: existe sólo un hombre más rico del mundo (Creo que es el mexicano), ningún caballo volador, menos comida de la que quisiera, y las fechas de las guerras no se pueden cambiar. En mi mente empiezo a cambiarlo todo, a construir países distintos, o a pensar en los mismos pero con presidentes que se llaman de otra forma. Las cosas son a veces menos complicadas, o a veces lo son más. Es verdad que me interesa aprender todo del mundo real, pero eso no indica que me conforme tal como es.